Qué lindo es poder darles a mis amigas algo hecho por by me, pero mucho más lindo es ver la
cara de felicidad de ellas cuando reciben el paquete o cuando lo abren. Hace
mucho tiempo me convencí que los regalos son una vía de doble mano y que sólo
tienen sentido cuando se dan y reciben con cariño. De nada sirve dar algo por
la simple obligación de dar porque, simplemente, no te alimenta.
Buscando en internet las causas de ese bienestar encontré lo siguiente:
Es
fácil entender el porqué recibir un regalo nos hace tan felices: es señal de
que eres querido y además ganas el regalo propiamente tal, una novedad
interesante, algo que le encanta a todo cerebro. Pero, ¿Por qué dar un regalo
también es tan bueno?
Por
la lógica racional, dar un regalo cuesta tiempo y dinero, y no nos trae ningún
beneficio directo.
¿Será
tan así? Para la neurociencia regalar trae no sólo beneficios al cerebro. La
primera recompensa para quien regala es la sonrisa en el rostro de quien recibe
el paquete. La sonrisa deja a la persona regalada aún más bonita a los ojos de
nuestro cerebro. El cerebro registra la sonrisa del otro activando el córtex órbito
frontal, en la frente, entre los ojos. Como esa parte del cerebro representa el
valor positivo de los hechos, la belleza de la sonrisa del otro, sobre todo si
ello ocurre por nuestra causa, ya es un placer.
Segundo
beneficio: al ver la sonrisa en el rostro de la persona que recibe el regalo,
nuestro cerebro también nos hace sonreír. Ocurre así: sonreímos cuando vemos a
alguien sonreír de felicidad porque eso activa neuronas-espejo en el córtex
pre-motor, que por imitación, colocan una sonrisa en nuestro rostro. Junto con
la sonrisa vienen una serie de cambios en el cuerpo, también provocadas por el
cerebro. Nos sentimos mejor, más livianos y más felices.
Pero
lo más impresionante es que nos empezamos a sentir bien mucho antes de entregar
el regalo. La simple decisión de hacer hoy el bien de mañana ya es suficiente
para activar el sistema de recompensa y también el córtex órbito frontal, el
representante del lado positivo de las cosas. Eso ocurre mucho antes de ver
cualquier sonrisa en el rostro del otro.
Esa
activación anticipada nos da placer, aun cuando hacer esto tenga un costo en
dinero y tiempo. Para los escépticos, el placer que nuestro cerebro siente al
decidir hacer el bien sería una prueba de que no hacemos nada que no nos
entregue un beneficio. Sin embargo, muchos de nosotros sabemos que nuestro
cerebro podría “no pescar” en lo más mínimo la posibilidad de hacer el bien a
los otros, pero le importa. Y con eso todos ganamos, el que da y el que recibe.
Pensando en la felicidad de dar, este domingo estuve montando algo para
darle a mi amiga y compañera de trabajo Dayana. Hace unas semanas le pregunté
el color de su cocina y de la mesa. Ella me contó que todo era negro y rojo.
Entonces, con las chicas del trabajo le regalamos un kit de cerámica para
fondue en rojo y blanco. Precisaba pensar en algo fácil porque estoy con tiempo
bastante reducido. Estuve pensando en esos colores y decidí aventurarme a hacerle
un juego de individuales.
Como les conté en el post anterior, utilicé restos de
una colcha que hice para mi hijo cuando volvió de su intercambio en Bélgica. Como
eran tiras, le adicioné el rectángulo faltante (elegí un cuadrillé en tonos de
negro, gris y blanco) y le puse un fondo con unos Kanji (palabras) en japonés. Para
finalizarlo, le hice quilt a máquina (libre) y le puse un bies en tela negra.
Al montar el sandwich, como comenté en el post
anterior utilicé un aerosol adhesivo temporario de la 3M. Me pareció mágico
porque en estos momentos de falta de tiempo no precisé hilvanar para poder
montarlo. A la hora de quiltear no se corre, así que lo recomiendo.
Para terminar, doblé los
individuales, los envolví en papel de seda y los coloqué en una caja que
até con un lazo de cinta de muselina.
No quedó lindo?????
Nenhum comentário:
Postar um comentário